8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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martes, 2 de julio de 2013

MUNDOS PARALELOS

Ser el otro. Eso es lo que hace un novelista, un cuentista, siempre se meten en cuerpo ajeno. Pueden crear mundos para sí mismos o para todos los habitantes de esas dimensiones presentidas, ¡los que sea! y pueden crear habitantes nuevos y tachar o borrar de un manotazo a los antiguos. Todo se vale, todo eso es un buen camino. Crear el mundo del otro, no solo de personas sino de todos los entes que se te ocurran. ¿Sabes qué siente la roca cuando permanentemente la gota la horada? ¿Y qué pensarán los ácaros latifundistas que habitan cada milímetro cuadrado de piel, ¿cómo trazarán y registrarán sus parcelas? ¿Qué comentarán los pájaros durante las travesías migratorias, será que van conversando sobre el próximo nido, de cuántos huevitos empollarán y de las veces que podrán evitar a los depredadores? Un día vi una pelea de una pareja de gorriones contra un gavilán, los gorriones le ganaron pillo del gavilán... al menos por ese día. ¿Imaginas qué piensan los pajaritos cuando se miran en las vidrieras de las casas o en los espejos de los autos? Los he visto hacer esas cosas, pero no pude escucharlos, mi oído no se ha desarrollado para traducir sus pensamientos. Sí, de eso hablo cuando menciono los mundos paralelos. Es eso, ver, escuchar, traducir lo que pasa "allá, al otro lado". Escribe sobre eso, suéñalo, tráelo a tu mente, degústalo, mastícalo. Métete y olvídate de ti.

Ana Lucía Montoya Rendón
Junio 2013

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