felices los ignorantes
porque jamás entenderán el olvido...
amputado mi entendimiento
costalados de penurias guardo en mi silo
desbordada el alma mía
de candideces
de sueños malnacidos
de crueldad y desespero
no necesito para bien vivir
ni rezos ni malditas aureolas
y aun así
en la dimensión de lo imposible
mi mano se resiste al tajo
quiere dibujar un cielo de papel
y en el vientre un orgasmo
si...
la sabiduría invade a otros
les indica que una sombra
ante Sol se ha diluido
que su existir no valía la pena
ana lucía montoya rendón
noviembre 2010
Comentario a este poema por Carlos Lopez Dzur en:
http://ocnaranja.blogspot.com/2010/11/sobre-la-felicidad-de-la-ignorancia.html
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Sobre la Felicidad de la Ignorancia
Por Carlos LOPEZ DZUR / Fundador de Sequoyah
ANA LUCIA: Este poema, «Felicidad de la ignorancia», me parece un canto a la humildad debida ante el conocimiento, esa misma advertencia que explicó Nicolás de Cusa en su tratado La Docta Ignorancia y que Erasmo retomaría para el «Elogio de la locura». Quería, al leer tu poema, identificar quién es autor del epígrafe que utilizas: «... felices los ignorantes / porque jamás entenderán el olvido» (sic.),
no citaste al autor. Mas no importa que no lo hayas puesto, pues hallo
el poema coherente / consistentemente filosófico / colocado en el dilema
de la situación del conocimiento y las actitudes intelectuales de hoy.
Mientras
más se acumula nuestro saber / nuestros acervos de datos y ciencias /
más «amputada» se siente la mente para dar respuesta a las muchas
preguntas. Los misterios y las preguntas, los desafíos de lo por saber,
son cada vez abrumadoramente mayores con respecto a nuestra aptitud para
resolver y fijar verdades. La sabiduría «desde fuera» es algo que nos «invade» hasta obsesionarnos con «la dimensión de lo imposible», como dices en el poema.
si...
la sabiduría invade a otros
les indica...
Me gusta la frase «desbordada el alma mía»; me recordó el concepto griego, filosófico y mitológico del «ibris», desbordamiento y fuerza, capaz de destruir e «invadir».
En tu texto, la profusión surgente del conocimiento tanto existencial,
como intelectual, especialmente si llega de fuera, forjan lo mismo:
... sueños malnacidos
(de) crueldad y desespero
que
candidez... Y la candidez, pese a todo, es más resistencia que
indiferencia. Desde la candidez, hay por lo menos una calma cautelosa.
En la desesperación, hay destrucción o tentativas temerarias. Es el por
qué Nicolás de Cusa dice que hay una ignorancia que posiciona su mente
infinita frente a las finitudes de los desesperados que están
intelectualmente atraídos por conocer lo incomprensible. Nicolás de Cusa
favorece el reconocimiento de una ignorancia instruida, docta,
que no es transcendente, puesto que «la sabiduría no se infunde de
fuera, sino que está dentro de uno mismo», dice. El hecho es que el
cándido (o ignorante docto o instruído desde el interior) resiste la
invasión, con los peligros, para no desbordarse. Es cauteloso ante «la dimensión de lo imposible»
y aun así
en la dimensión de lo imposible
mi mano se resiste al tajo...
¿Quién
dice que «su existir no valía la pena» (sic) si no el presuntuoso cuyo
ego absolutizador se da el derecho a querer figurar el mundo como una
identidad de sí y por tanto, seudo-emúlo de Dios / o de cualquier
creador y verdadero descubridor? Ese es el que anda siempre por la «dimensión de lo imposible», confundiendo imagen y semejanza con criterios estrechos de identidad egoica y verdad como coincidencia,
ese el que quiere ver lo oculto cuando siquiera tiene ojos para ver lo
manifestado. Ese es quien, por tan apresurado, camina antes de tener
patas. Ese que mucho quiere entender, teminará siendo el nihilista, el que no cree en nada, desilusionado y lo destruye todo...
Y está esa mano, ese tajo...
que traes a colación para ir deshilvanando la esencia del poema. El
tono del poema lo da la frase «no necesito para bien vivir / ni rezos ni
malditas aureolas». El hablante, tu voz lírica en el poema, es una muy
segura de sí misma, en cuanto es feliz, cautelosa (resistente al tajo) y
a las ínfulas trascendentes. La seguridad de esa voz nace del interior,
de la inmanencia. La felicidad práctica del ignorante-instruído,
que no se tortura ni hace que «olvide» su lugar real, se explica en
términos cusianos por el hecho de que «la razón es la que debe
determinar las cosas, el distinguir no es el Absoluto», pues, al llegar a
la tarea del verdadero conocimiento hay que separarse de las
características de las cosas externas y encontrar la esencia de las
cosas en el interior.
Los invasores intelectuales, o seres
externalistas y «trascedentes» (en el sentido que la religión y otros
intelectuales «auroleados») practican sus juegos peligrosos a las
identidades y se frustran. Por buscar mucha luz, se deslumbran, se
ciegan y fácilmente darán por sombras diluídas sus avances ante la Luz
del Conocimiento. Eso es falta de confianza y paciencia. Eso es poca fe
en la experiencia que, después de todo, es la piedra sobre la cuales el
verdadero conocimiento se funda antes de pasar al interior «para
encontrar la cualidad o categoría esencial». Esos últimos matan su
experiencia y su luz de un TAJO.
Pero la mano del hombre humilde,
paciente, empírico, la del DOCTO IGNORANTE no es así. Esta mano
resiste. La Mano es un símbolo maravilloso en la poesía mística y
práctica, porque la MANO es aprendizaje de experiencias sensoriales, no
sólo racionalizadora. Mano es acción y arte, manualidad; la mano es más cautelosa ante los «desbordes» del alma y el peligro de la «amputación».
Esta «mano» de tu poema me sugiere, en sus resistencia cautelosa ante
toda heridura / o tajo / un anhelo de Cielo / pero también de Vida /
Disfrute (vientre / orgasmo).
mi mano se resiste al tajo
quiere dibujar un cielo de papel
y en el vientre un orgasmo
Creo
que este poema es un comentario sobre el proceso cognitivo. Es como una
protesta al intelectualismo lleno de vanidad. Y, como tú, Analucía,
creo que se puede aspirar a dibujar ciertas verdades prácticas sobre
cielos de mejor justicia y disfrutes terrenales / sexuales / subdivo /
bajo el cielo. «Guardo costalados de penurias en mi silo», dices; yo, unos poquitos de penurias / humildades / ante las dimensiones de lo imposible por ahora...
Me llevo tu poema a Sequoyah, con tu permiso. Estoy preparando el número nuevo.
Un abrazo, Carlos
FELICIDAD DE LA IGNORANCIA
felices los ignorantes
porque jamás entenderán el olvido*
amputado mi entendimiento
guardo costalados de penurias en mi silo
desbordada el alma mía
de candideces
de sueños malnacidos
de crueldad y desespero
no necesito para bien vivir
ni rezos ni malditas aureolas
y aun así
en la dimensión de lo imposible
mi mano se resiste al tajo
quiere dibujar un cielo de papel
y en el vientre un orgasmo
si...
la sabiduría invade a otros
les indica que una sombra
ante Sol se ha diluido
que su existir no valía la pena...
ana lucía montoya rendón
Noviembre 2010
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Nota: el encabezado en cursiva es mío. Lo hice así para subrayar el sarcasmo no para resaltar la autoría. Almr.-
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