Solo desde
lo más íntimo de sí mismos puede ser construido el colectivo o templo,
porque, cada uno es, simultáneamente la argamasa, los ladrillos, el hierro, la estructura y la
piedra angular. Ser a la vez los obreros y el maestro, las vigas y las
columnas principales. Ser desde lo interno el fundamento, cada uno,
parte importante del edificio social. Sin la junta eficiente y armónica de los
ladrillos no se puede hablar de una unidad construida, todo sería un reguero de
partes sin misión. Cuando cada uno conozca cuál es la finalidad de su existir, se sabrá cómo es la Luz que guía y se podrá decir con toda certeza, que cada uno es parte de esa colectividad llamada Uno/Todo y en esa estructura
estará firmemente presente el ser y el hacer de todos.
Ana Lucía
Montoya Rendón
Junio 2013
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