8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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domingo, 28 de julio de 2013

ALMA VERDE Y MANGO MADURO



Dibujo de Camelia Davidescu
http://www.dina4.org.es/artistas/fichas/artista_0070.html




















ALMA VERDE Y MANGO MADURO

"Hay vino tinto y una cesta repleta de crucigramas, una pluma de fuego, un mantel de cuadritos y orillas suaves. Hay arrullos de río y pájaros, vuelo de manos y de besos y un paisaje que mira tendido sobre aromas de musgo. En esta placidez el alma jamás olvidará a qué sabe la carne, ni cómo se escribe golosina, ni cómo se pronuncia absurdo, ni cómo, con los ojos húmedos y entrecerrados, se divisa un falo desde el monte de Venus.

“Hay días asomados por la voz y por la enagua, hay limbos y espacios enajenados;  hay silencios entre la punta del lápiz y el papel, hay besos archivados en los labios y discreta locura entre la idea que palpita dentro de otra idea. Lo concéntrico y lo tangente habilitan entes y les insuflan independencia a la vez que los atan con preñeces inesperadas.

“Cómo parar esas voces. Cómo dejar de beber si el vino se vacía sin que medie la copa. La boca escancia a pico de botella y sueña duendes que hacen trique en el mantel de cuadritos; mantel que se sabe manta cuando el paisaje, el río y los pájaros gimen espasmos mientras una hembra muere en cada jadeo. Estos cabellos atan el tiempo a mis manos, como están atados los folios que he escrito entre las dos columnas. Pero, ¡qué va! la vida no anda más por esos lados.”

He mirado y escuchado a través de una ventana siempre abierta aquí en mi pecho. Una mujer antigua susurró el anterior monólogo que transcribí tan pronto como fue pronunciado.  Ella, creo, debe ser alma en pena, o demonio, o vientre que no quiere le canten tan pronto los responsos. La siento aliento mío, carne de mi carne, su voz tiene mi acento y en su rostro vi tatuados mis desvelos. Es muro y sombra chinesca. Con el tinte de sus ojeras mojé la pluma que ella misma ofreció para que me afanara a escribir su relato; esa mujer se miraba en un sol tal cual como lo hago yo. Hoy me pregunto ¿Dónde estará el mantel que la cubría cuando la noche la guindaba? ¿Dónde la jarrada de ilusiones vaciada cada vez que retozaba con el demonio?  Quizás estará desnuda. También estuvo rebozada con su propia voz pero el silencio de las sombras le arrancó esa manta y la exilió.

Sí, llevaré por el mundo su mensaje y tal vez encuentre a quién calzarle la zapatilla que hallé al lado del panfleto, al salir de casa; a muchos les haré tragar la manzana de marras tantas veces como las que soñar despierta ha envenenado mi alma. No sé qué habrá ocurrido si magia blanca o negra, lo cierto es que lo que escuché era, con pelos y señales, lo que estaba escrito en ese panfleto.

En la esquina de la casa, el árbol de mangos murmuraba deseos de ser talado, ¿por qué querría morir?… Ah, mango criollo, tan pequeño, delicioso y dulce, ese bocado,  deseo último de un alma verde que se fue por el camino verde y desapareció cuando quebré la punta del lápiz sobre el papel rústico de ese panfleto.

Ana Lucía Montoya Rendón


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