Para
llorar en coro y chorrear cada partícula del llanto dentro de aquella infinita
mochila, se requiere ser eso que eres: Cantor del Destiempo. Ser dichosamente
contagioso, convertir el contagio en adorable pandemia que derribe templos
y apague con dulce sadismo, el fuego viciado de los cirios. Para llorar en coro, se requiere además, que las lágrimas hablen aguas dulces y que de tanto hacerlo, vuelvan caramelo las aguas de las cañadas y los ríos; se requiere también que cada
gota de llanto duerma aferrado a la
madre de los ríos soñando el día de la junta con el mar.
¿Conspirar
poéticamente y morir de independiente soledad? Sí, conspiro, no sé
si poéticamente, pero sí, conspiro y, a mi modo, creo, lo logro con creces.
Conspirar y
fluir…
Fluir dentro de una lira imaginaria, la mía, que, sin cuerdas, evoca
reincidente, tan solo leves sonidos
fraternos.
Fuerte abrazo para vos, la K, el divino Sinú y su “camavalle”.
Ana
Lucía Montoya Rendón
Octubre
2014
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario