Le cuento. Antes de nacer, a la brava me
bajaron de uno de esos “algo”. Recuerdo no iba tripulado y la forma que tenía
era como de una mesa con un vientre prominente. Sus compuertas se abrían para
conformar las patas de esa mesa gorda. Sí, se abrían por debajo, por donde
estaba lo más abultado de esa barriga. Mientras estuve adentro siempre los veía
sin verlos, eran sutiles tanto como en esa atmósfera interior, no los oía pero
sí oía que nos hablaban con su voz divina. ¡Eramos tantos allí adentro y
estábamos todos, inclusive los que aún no existíamos y los que ya nos habían
ido para no sé dónde! Eran como el agua o los líquidos coloidales en general
pues tomaban la forma del envase que habitaran. En ese vehículo o carruaje, o
nave no identificado me enteré de muchas cosas que no podré repetir pues
navegan en mi memoria de forma comprensible y al querer traducirlos a nuestro
idioma se diluyen como si jamás hubiese entendido nada; los que estamos en la
atmósfera terrestre tal cual como la respiramos, como la vemos, como la
palpamos en este hoy llamado vida humana, lo nombramos dizque "no
identificado" sobre todo aquellos que conforman colegios como el de los
"nasones", no indico narigones, ni
de la Nasa... no, ¡Ojo! ¡Ni más faltaba me vaya a poner a hablar de lo
que no me incumbe! Continúo. De muchas cosas fantásticas me enteré mientras
estuve en ese vientre. Ese “algo” tocía sin hacer ruido pero con una potencia
tal, que le permitía despegar verticalmente. Sí, el inicio de su ruta era
vertical (no he dicho de su vuelo), y podía hacer giros a capricho para cambiar
de ruta. Pero... pero… ¡Ay, señor! Mejor no sigo. Le pido por favor no ponga
palabras en mi boca que bien sabe no las he dicho. En esta época más que en
ninguna otra (la de la Inquisición se ha quedado corta, y eso que eliminaron de
la faz de nuestro planeta a los albigenses y a todos los brujos y brujas) no se puede de bromear con nadie ni hacer
bromas sobre nadie ni los dioses, ¡no señor! hablar de esos menos ¿qué tal vaya
y se arme una verdadera guerra de las galaxias y nos dañen el
"peinao" y nos quiten lo "bailao"? Nada más nos resta
cantar responsos al Humor porque lo han asesinado, ojalá fuera ave fénix o
Felix el gato y renaciera para el bien de todos y si no vuelve, enotnces que
los cirujanos plásticos se vuelvan más ricos de lo que ya son y tatúen a la
Humanidad una mueca llamada risa. ¿Recuerda a El hombre que ríe, de Víctor
Hugo? Más o menos así, para que haya risa.
Que muchas gracias señor por atender esta
secuencia de instantes que son nada más intentos de una aprendiza no
identificada, no una OVNI, sí tal vez una NN, pero sin olor a formol.
Ana Lucía Montoya Rendón
Enero 9 de 2015
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