Ojalá el canto perenne a la Matria nos permita saber que en nuestras papilas está siempre presente el gusto por la lactancia que nos fue dada; que desde esa fuente láctea, reconozcamos a nuestros hermanos en cualquier
color de piel, en cualquier territorio, a cualquier hora del día o de la noche, en medio de plenas resolanas o de las más infames tempestades; que podamos ver con claridad a través de sus ojos como si fuesen nuestra propia mirada. Desde allí nos nace y crece esa ternura infinita que queda muy bien expresada en la palabra "ma/tierna(o)".
No nos olvidemos que somos ma/tiernos desde un único vientre, el de la Pachamama.
No nos olvidemos que somos ma/tiernos desde un único vientre, el de la Pachamama.
ana lucía montoya Rendón
julio 16 de 2011
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