¡ay Candela, cómo esperas!
¡te dejaste morir, Negra!
agotado el fuego de tus versos cojos
coquetos malabares en la cuerda floja
magra en los deseos de tristeza eterna
goteas el coro de una letanía vieja
atrio de hielo tu piel desnuda
bendiciones absurdas
jarrito discreto para monedas de cobre
que ríen de ti con tintineos
como hembra te persiguió el Día
como despojo te encontró la Noche
al viento le pediste un bailecito
y solo como tornado apagó tus delirios
cuadrante negativo
archivo
de celo
en el principio eras hoguera
ara encriptado
capullo y velo
dolor y queja, acantilado y ola,
golpe y arena, agüita e infinito
¡ay, Candela! ¡contesta!
¿desde cuándo eres muerte e higuera?
ana lucía montoya rendón
28 de julio de 2011
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