8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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martes, 20 de enero de 2015

¡VIVA LA MALA SITUACIÓN!




1.


Tengo casi toda la dentadura debido a la mala situación económica que acompañó a mi familia casi todo tiempo, ¡afortunadamente!



Las familias que tenían un poco más de poder adquisitivo, llevaban a los hijos al dentista para que les “sacara” el diente o la muela que les dolía…  y, de paso, les mandaban a hacer una prótesis “bien bonita”, generalmente en oro; y, para que se viera más bella la sonrisa de la “víctima”, le hacían incrustaciones en oro en sus dientes sanos.



Allá, en el monte donde nací, esas historias de dentistas y tenazas fueron los primeros cuentos de horror que conocí.



2.



Un día escuché el relato de un poeta de la costa norte de nuestro país, Colombia. Contaba él que, uno de sus hermanos, desde que había quedado en la inopia había empezado a sanar de la diabetes que lo aquejaba. El hombre, cuando estuvo boyante, se aplicó a todos los excesos. Hoy que regresó al caserío de pescadores donde nació, debe pescar y preparar sus alimentos, lo que le implica mucho ejercicio, sobre todo al aire libre; todo esto le ha generado la recuperación de la salud… y, posiblemente, de una “insipiente consciencia”.



3.



Dicen que la gota era enfermedad de los reyes y de la familias pudientes porque tenían acceso a todos los alimentos “refinados” y, a muy buena cantidad de proteínas que el organismo no alcanzaba a metabolizar, depositando en las articulaciones en forma de cristales, los excedentes no eliminados.



El pueblo pobre, si todavía tiene la fortuna de vivir en el campo, casi nunca sufre de problemas óseos. Ellos, para ir al “corte”, deben caminar “varios puchos”. “Comían” (así como lo digo, en pasado) lo que la tierra les daba. Los pobres de hoy no tienen enfermedades, ni dientes, ni fatiga… ni vida… ¡viven muertos… de hambre!



4.



Un hombre vivía rozagante. Todo aquel que se lo encontraba le aplaudía su aspecto saludable a lo que contestaba que todo se debía a lo precario de  su situación. Entonces explicaba que por las mañanas donde le ofrecieran algo de comer, lo tomaba, porque nunca sabía si vería asomo de almuerzo. Si la hora del almuerzo lo encontraba frente a una mesa abundante, almorzaba, previniendo que de pronto llegara la noche y no tuvieses nada para cenar. En las noches tomaba lo que le ofrecieran porque, decía, “Uno nunca sabe cómo se presente el día de mañana… a lo que concluía, ¿se fija porqué me mantengo tan robusto y saludable? ¡Por la mala situación económica!



 5.



Debido a la precaria situación de nuestros países —nuestras economías precarias, y no por falta de riquezas sino debido  a las ansias desbocadas de poder y de dinero de los gobernantes de turno que, dándose golpes de pecho, pero no por arrepentimiento, sino para que les baje el atoramiento, se quedan con lo que le corresponde por derecho natural a los ciudadanos—, muchos debemos enfrentar la condición de “obsoletos” a partir de una edad bastante temprana. Esta bendita mala situación nos permite estar más dedicados a… ¿qué quería decir? Creo que iba a decir al olvido de lo material y a adorar lo sutil, a llenarme de aire, de paisajes, de cantos de aves, sobre todo de sueños.



¡Viva la mala situación!

Nota:



La sobrevaloración de la pobreza… triste concepto extremo, reforzado en aquella frase que dice, “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de Dios”, con eso han asegurado durante más de 20 siglos que el redil adore su estado de mendicidad. Este concepto ha sido uno de los lavados de cerebro más evidentes que hayan sido inyectados en el rebaño. En las comunas, barriadas, favelas, villas, orillas, cordones de miseria, etc., como se les llame en cada uno de nuestros países, se escucha esa cantinela feliz de los muertos de hambre… y, los Estados corruptos, felices de ver cómo los líderes populares ahondan en los miserables esos sentimientos. Les han metido en sus cabezas la idea de que “la dignidad de la PERMANENCIA en la pobreza” es lo más venerable que pueda ocurrirle al ser humano (por esa esperanza de un cielo… y la revancha de un infierno para el ricacho). Nadie quiere saber del justo medio. Nuestros viejos para indicar lo bondadoso del camino del medio, decían: “ni mucho que queme al santo ni poco que no lo alumbre”. Nadie quiere pensar por su cuenta, quieren que les pongan en sus platos “la ración” que deben pensar cada día y, de adobo les dicen que, quien no reciba la misma ración de pobreza es un maldito burgués crecido… con un agravante, son tantos siglos pensando de la misma manera que, casi que se ha vuelto genética esa forma de ver las cosas y los acontecimientos…


Hay días en que pienso… solo a veces.
 



Ana Lucía Montoya Rendón

Enero 20, 2015



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