“¡Todas las
cosas vienen a ninguna parte!
¡Cuán vasto,
qué invisible... no hay forma de explicarlo!”
Chuang Tze.
Difícil
estar en ese punto divino que es el punto cero o de origen, punto negro/blanco, de Luz/Amor o de equilibrio, o de limbo.
Nombrado de tantas maneras por todos y habitado por casi ninguno de nosotros.
Solo allí podremos ser el mismo “gozo perfecto” tan perfectamente expresado en el texto del
sabio Chuang – Tze de nuestro encabezado.
Soltar,
dejarse ir, largar todo y largar nada. Solo eso, fundirse en el viento, ser él,
con él, durante el día, durante la noche, durante siempre, durante nunca; saber
sin saber que hay Ser, que se es Ser, que ese Ser es y no es.
Estamos en
ese balanceo entre hechos y palabras, en medio de luces y sombras. Tema
recurrente que tanto permea nuestro lenguaje diario porque el mismo uso de
nombres y conceptos encasilla nuestra existencia toda y la de otros. La
costumbre de usar nombres para identificar a los seres es camisa de fuerza
que exige mirar la acción como el único medio para comprender ésta y otras
dimensiones.
Ana Lucía Montoya Rendón
Octubre 2013
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