—Querido César, dice Marcuse que, “Si la ausencia de
represión es el arquetipo de la libertad, la civilización es entonces la lucha
contra esta libertad.”*. Entonces, según ese enunciado, tú y yo hemos sido siempre
libres, bárbaros y dichosos. —Dijo Lucrecia.
—Así es, querida hermana, hemos sido libres,
de cuerpo, de corazón y de alma. De nosotros dirán muchas cosas horrendas pero
nunca sabrán que este hermano amó a su hermana solo desde el galope de la
sangre y de la herencia. Nunca sabrán que no fuiste nuestra, que el lodo jamás
ensució el borde de tu traje. Rodrigo nuestro padre, y yo, te hemos amado con
mucho celo pero la sed insaciable de dinero y de poder que se apoderó de
nosotros, arrancó de tajo lo más puro de tu aura. –Contestó Cesar con voz queda
y mirada pensativa.
*Eros y Civilización, Herbert Marcuse.
Ana Lucía Montoya Rendón
Mayo 2013
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