No solo estatizadas son las bombas, hay tanto odio en las almas de tantos seres humanos que, con él, retroalimentan más furor, más caprichos, más facciones, al punto que, por siglos, nos estamos destruyendo; cada bando enarbola razones que han sido incrustadas en el pueblo raso, sin saber esos pueblos que debajo de las mesas, los que son dueños del dinero, negocian la cerviz de toda la manada. ¡Qué dolor!
Ana Lucía Montoya Rendón
Junio 2013
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