8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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jueves, 1 de mayo de 2014

EL MURO


¿Qué pienso?

Pienso que un muro como el de los lamentos, es blando, con millones de orejas y bocas.

Hay muros de carne con el alma dormida, más duros que las rocas. Muros así, asesinan el jugueteo de todo tipo de ecos.

EL MURO

— ¿Qué trae? —preguntó uno de ellos.

—Recuerdos y mundos, —contestó mirando fijamente a la mujer que ocupaba el centro de la mesa. Eran cinco, cuatros hombres y ésa, quien por la expresión de su rostro más que persona, parecía parte del muro.

— ¿Dónde los trae? —preguntó la mujer.

—En la piel y en el alma, —casi susurró. — ¿Edita sus recuerdos? —volvió a cargar la mujer.

—No, nadie querría verlos, ni olerlos, ni  escucharlos, mucho menos degustarlos; todo viene e irá hasta el olvido, así, inédito. En esta carpeta que soy, hay páginas enteras de muchos colores y sonidos, pájaros y mariposas negros, sus vuelos  y sus trinos están cargados de instantes no ocurridos, son folios garabateados con pesadillas y pulidos a punta de cuchillos. Tienen ritmo de fuelle, como el de su vientre o el mío, como cuando nos tocan el agua y el fuego, juntos. Es un vaivén contraído y expandido de todo tipo de hambres. ¿Entiende? Como un coito fallido. Disculpe, más bien quise decir, como una sinfonía inconclusa.

—A esa cosa le importa un bledo ser invisible, —cuchicheó la mujer —, dejen que se vaya, no perdamos más tiempo en nimiedades; no vale la pena, —y poniendo un tachón con resaltador de tinta negro sobre la etiqueta del folder, dijo:

 — ¡No existe!


ana lucía montoya rendón
abril 2014



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