El celo derretido
cae
enreda el paso
ataja el canto de las huellas.
Las palabras
incapaces
no alcanzan a cubrir el desconsuelo
son hechas de voces inhábiles
y de soledades invasoras
atan los tobillos
ajustan las rodillas
la lengua olvida su oficio
y cercena la carótida.
Destino el jigai.
Las piernas amnésicas
no sabe qué es ángulo obtuso
ahora paralelas
encofradas sueñan.
Ana Lucía Montoya Rendón
Febrero 2014
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