Ábreme que la noche está pequeña.
—No no eres mía noche tan pequeña—.
Sombra y piel que arden
ocultan hastíos
come bostezos el hambre
y la vela danza loca
repetida en ese muro.
Me enviarás cobijas de carne
y amaneceres de almohada tibia
Mientras
el humo de la vela mirará desde ese techo
un reguero de días y de esperas.
Ana Lucía Montoya Rendón
Febrero 2014
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