esas
manos y esas calles
con hambre de
pasos libres
y de una sopa hirviendo
y de una sopa hirviendo
para todos
en la mesa
en la mesa
pero ¿y qué?
si el
asfalto es sordo
y la intemperie
es el manto
y el olvido armado de cuchillos taja ausencias
y los mudos
arrodillados ante un discurso leguleyo
se dejan morir
almas mansas
arrodillados ante un discurso leguleyo
se dejan morir
almas mansas
pozos secos
ahogados en soledades
son misma carne de vacío y muerte
por cuál agujero
de qué Sol volverán a ver el verde
de qué Sol volverán a ver el verde
si no saben de
bostezos domingueros
ni de retinas
solazadas
ni de paisajes lascivos
ni de sabores
de labios y saliva
ni de lo adorable
del péndulo
ni de
susurros y jadeos
ni de
infantes desmecidos
(deslactados de magias y de risas
¡pobres niños!)
(deslactados de magias y de risas
¡pobres niños!)
si no conocen la diferencia
entre mamar miel o vinagre
entre mamar miel o vinagre
ni del futuro
cuando el hoy
fue arrojado a las excretas
cuando el hoy
fue arrojado a las excretas
ignaros de amor
no
leen en las líneas de sus manos
que el presente
es íntimo
ególatra y graciosamente bueno
a causa de infamias por milenios recicladas
en sus ojos-útero
solo hay eterna concepción de vacíos dentro del vacío
ana lucía
montoya Rendón
abril 2013
.
1 comentario:
Es que al perder esa intimidad en las manos se pierde también todo aquello que cortaría la cadena de infamias... digo yo desde mi inocencia y obnubilado como siempre por la profundidad de tus versos.
No estoy visible, pero estoy, y no te olvido, gran y talentosa amiga.
Un beso para vos.
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