Dicen los que saben que, un arma es
instrumento de defensa y, según está anotado en el diccionario, la lista es
bastante larga; sin embargo podría decirse que armas las hay de muchas clases:
de sonidos y carne, de sílabas mudas, de ojos abiertos o cerrados, de pecho
desnudo, de noches de celo y sombras, de lecho o mesa compartidos… sí, también
las hay de sal y dulce y tremendamente hospitalarias. Hay muchas, muchas más,
todas fascinantes... Dan la posibilidad de convertir al Universo en un total “des-arme”.
Esas, —mejor nombrarlas "des-armas"—, son el abrazo, el beso, la flor, el agua, el firmamento, el
horizonte, el ocaso... Si no, ¿qué tal un enojo frente a la plenitud de la mar,
o ante el clamor de un río correntoso, o de la lujuriosa gama de tonos de las
zonas tórridas o la blancura de los glaciares? O, ¿Ante la belleza majestuosa
de un felino adormilado o la atención plástica de su cuerpo al disponerse a
cazar? Toda arma pierde su filo para convertirse en pluma y gozo, en caricia,
en risa, en suspiro… en placidez. Des-armes así ablandan los corazones endurecidos y…
“aflojan las piernas”.
Ana Lucía Montoya Rendón
Mayo 3, 2015
.
1 comentario:
Toda arma pierde su filo para convertirse en pluma y gozo, en caricia, en risa, en suspiro… en placidez. Des-armes así ablandan los corazones duros y… “aflojan las piernas”. (Ana Lucia Montoya Rendon).
El mundo necesita que todas las armas que hacen daño pierdan su filo...
Bello ensayo Ana Lucia. Un beso
Publicar un comentario