Detrás
de cada ente hay muchas sombras, tantas como el número de focos de luz que él
enfrente,
Hoy,
observando imágenes y las sombras proyectadas de una hoja seca, se me ocurrió
buscar entre mis notas qué tanto he saboreado esa palabra. El resultado fue de
avalancha: me declaro enferma de SOMBRATITIS CRÓNICA, ADEMAS CON INDICIOS
FUERTES DE MONOTEMATISIS SEVERA. Encontré sombras hechas de luz y carne,
sombras sin asombro, otras asombradas, sombras adelantadas guiando al amo, otras
dormidas, ahítas o enervadas… Hallé sombras obesas, fanfarronas, tullidas o
ególatras; sombras de recuerdos y de tiempo, sombras sin espacio hechas punto
imaginario…
¡Bella
esa hojita y su sombra que tantos vuelos locos me ha instigado!
Y
me pregunto, ¿quién podría robarnos la propia sombra? ¿cómo deshacernos de
nuestra sombra? Creo que las sombras son el patrimonio cierto que todos los
seres poseemos.
Ana
Lucía Montoya Rendón
Mayo
19, 2015
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