1.
Creo que los que nos encontramos en esto de lo
creativo, tenemos la sensibilidad como punto común de encuentro; por más que
haya formación científica u otras disciplinas, siempre aparecerá el alma
sensible. A veces uno se mira atareado,
lejos de la musa, cumple compromisos, mas cuando pasa el horario, se relaja y
sigue siendo el que es, el mismo alucinado de siempre. La creatividad de una
persona está siempre presente, no importa qué papel asuma en esos horarios de contrato.
2.
Cada uno tiene sus apegos a la hora de crear, o
piensa que los tiene, podría llamarlos fetiches. Por ejemplo, crear en la noche
cuando todos duermen, escuchando música o solo enojando silencios o, puede
disfrutar haciendo anotaciones mientras, sentado en una banca del parque o esperando
ser atendido en una institución, sea un banco, sala de urgencias,
el bufete de un abogado o el consultorio del psiquiatra (¡!), observa al azar a
una u otra persona, le mira su cuerpo, su corte de cabello, sus tics, la forma
de sus orejas, o simplemente mira cómo está ensimismado, entonces comienza a imaginar qué piensa ese individuo, hasta le construye un entorno, donde él
actúa, donde vocifera o quizás vive medroso. Tal vez tenga una mascota rara que
atemorice a los que quieran o necesiten acercarse a su casa, porque no resiste
intrusos en su espacio sagrado. Lo ve asceta o mundano. Le pone, le quita, lo
sube y lo baja; lo ve gota de agua o de sudor y, finalmente, ¡Lo regresa a la banca
de donde lo había tomado para dibujarle todo lo que se le ha acabado de ocurrir!
3.
Sé que estoy enamorada de la Lira, que quiero
entenderle sus señas y caprichos. Cada uno a su manera, sigue su
Lira, es su puntal, su fundamento. Ella posee a las almas sensibles; ese
ente/Lira no posee a cualquiera, debe verle al señalado grandes síntomas de su
adorable “infección”.
Para que una persona pueda ser poseída debe ir
tras lo que le sea afín y es en esa afinidad de las cosas diarias, que uno crea y se recrea. Es allí donde piensa que sí puede ser creador, que es divino.
Vanidosos, nos imaginamos recíprocos con la
Lira, que ella y el verdadero creativo son pares, siameses, que son reverso y frente, luna y espalda de un
espejo. La Lira no se deja pertenecer, pero sí se engolosina con los que se
dejan moldear por ella y por nadie más; sin pactos y sin amarres, nos agarra y de
igual forma nos afloja, también nosotros la agarramos y nos soltamos de ella a
nuestro antojo. Con ella siempre hemos convenido que los pactos son castradores
por eso entre nosotros media la Libertad. La Lira es libre, es uno quien decide
si se deja amar y amansar por ella. Con los demás seres somos rebeldes.
Confieso que algunas pocas veces me ha mimado,
por eso creo que algunos escritos han sido relativamente buenos. Cuando no ha
estado, aunque me haya esforzado, ha sido mediocre lo creado.
3.
Mi alter
ego está en una dimensión donde habita el alter ego de todos. Él es colectivo, comunitario, esencial, abarcador;
ese “otroyó” es eso, parte más íntima, la más profunda, refundida en planos que
aún no adivinamos, donde está “lo” de todos.
Lo aparentemente normal de un individuo está
en los mundos inferiores, es ese yo personal, egoísta, vanidoso, susceptible y
suspicaz; el de la mente concreta, el conceptual. El otro, El Superior, habita en el mundo de las abstracciones, de
las fórmulas matemáticas, en el mundo de los arquetipos; realmente Es La
Sabiduría Pura, es la Esencia del Todo, está en el plano de la Intuición, es
Atma y Eros (este Eros, es la cereza del postre, postre delicioso para las
almas), Eros no es animal, es más que eso, es Energía, totalmente necesario; Eros
debe ser trascendente, no un viajero. Nunca lo dejemos estar de paso.
4.
¿Y del Amor qué? Amor como ente, como
Sabiduría, como Belleza, como Voluntad, como Unidad, solo Es y Está. Sobre Él no
hay un porque sí ni un porque no. Solo Es.
5.
No cataloguemos a nadie, solo mirémonos
nosotros mismos, los demás, cada uno haga lo propio, se catalogue si le apetece,
cada uno sea subjetivo para mirar su vida interna. Cada uno cree mundos ultra
demográficamente habitados, con individuos pintados a su capricho, que actúen al
gusto de quien los crea. No nos puede dar vergüenza acomodarnos a nuestras anchas en esos mundos, ¡ni más faltaba!, así
debe ser.
6.
Al ego hay que amarlo, consentirlo, tolerarlo,
dejarlo que crezca a la altura del Yo. Cuando se le ama, cuando no se le exige,
se amansa solo y llega a ser idéntico a su “Par/Espíritu/Yo”. No se trata de eliminarlo,
ni de abusarlo, si no de dejarlo crecer.
7.
La libertad de acción, cuando no es condicionada por
castraciones de lugares, tradiciones y culturas, es lo ideal. No negociemos la
nuestra, es un bien íntimo. Debemos comprender que ella no depende de nadie, sino que comparte con nosotros un mismo balanceo constante.
…
Muchas veces cuando hablamos de todas estas
cosas, nos sentimos desnudos. Si de verdad esto ocurre, entonces podremos decir
que nuestros diálogos o monólogos, son verdaderos campos nudistas.
Ana Lucía Montoya Rendón
Marzo 2014.
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