Parece un día sin nombre.
No parece de comienzo, de mitad o de fin de semana. Parece de goteos de agua o de fuego. Es un día sin piel y de ojos cerrados, de vientre frágil y de cuerpo tendido. Es de intermitencias de aire, denso como la arcilla negra, maleable como un sueño, de aliento tibio, con gimo de manos huérfanas. De boca hambrienta, promiscuo y sagrado en sus besos y cadencias.
Día-dedos tartamudo, de futuros trémulos, de ideas dulces, de hábiles insomnios y de vigilias perezosas. Brumoso como vaho de deseos y nostalgias.
Ese día no es día, ni es “no-día”. Ni lleno ni vacío. Solo es él.
Es mi él... o, ¿será miel?
Ana Lucía Montoya Rendón
Diciembre 2013
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1 comentario:
Delicioso poema, como la miel, pero embriagador.
Sos alguien muy especial mi preciosa amiga.
Un beso.
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