8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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sábado, 30 de abril de 2011

HAIBUN DEL DESCONSUELO

No pensar más y contar los adoquines, mientras por rendijas de la espera escurre la miradas esa sombra. No pensar más. Caminar e ir marcando con sangre el camino recorrido. Contar los adoquines. No pensar y dejarse ir. Silbar al descuido mientras voy buscando recuerdos en bolsillos raídos. No pensar más y aumentar la tarifa de peaje hacia el ensueño. Soñar hasta enloquecer mientras sostengo las naves del portal del infinito. No pensar e ir contando estrellas sin contar la tuya y la mía. Cuidar que no se apaguen los cirios antes de verle la cara al Sol. Humean esas velas y a través de ese humo se conectan mil infiernos.

no pensar más
contar los adoquines
después morir

Mi mente anda de fiesta, loca brinca en el bazar de las ofertas. Alzó la cara, dejó de mirar los adoquines queriendo ver el cielo. Alzó sus ojos para buscar en el entorno la mirada fogosa del día feriado y solo halló el perfil de una mujer vieja que sonrió dulcemente, más su sonrisa, dolorosa mueca, goteaba grises sobre sus mejillas. Mejor verla muerta y no sonriente, coqueteando a las quimeras.

No sonreír, ni pensar. Echarse en cruz sobre los adoquines y darle un beso a alguna huella.

hay unas huellas
sobre la senda izquierda.
velo nocturno

No pensar más. Mejor echar el cerebro en un vaso de cristal azul y darlo a los gnomos para que lo entierren en una cueva cerca del centro de la Tierra. No pensar que hubo un día blanco, mejor ponerse un sombrero de paja amarilla que refleje el desconsuelo que lleva colgado en sus hombros. Vestir falda color violeta, irse hasta el jardín del olvido y obligarse a no pensar que hubo un día en que tuvo dados marcados. O mejor será vestir un reboso negro y dejar que la gente murmure, que digan que no sonríe porque donde tenía el rostro hay una careta.

No pensar, ni cantar, ni volar, solo caer y caer. Hundirse en sí misma. Caminar sobre el cuerpo de la noche y tapar la desnudez de los secretos.

ya no hay jardines
hay canopes sin flores.
careta y silbos

Ana Lucía Montoya Rendón
Abril 2011



4 comentarios:

FRANCISCO PINZÓN BEDOYA dijo...

Tu prosa poética tiene un ritmo agradable.

Un saludo

Anónimo dijo...

DE ACUERDO CON FRANCISCO.
UN ABRAZO

Navegante dijo...

¿Hablar de tu fuerza, de tu profundidad? Sería redundante. ¿Decirte que envidio muchas de tus metáforas? Una verdad eso sería.
Admiro intensamente tus escritos, éste me transporta por ciertos senderos en los que voy descubriendo nuevos abismos, de esos que uno no esquivaría jamás, caer en alguno de esos abismos tuyos se parece mucho al deseo en estado de pureza.
Beso, otra cosa no puedo dejarte.

María dijo...

Precioso, con frases impactantes como esa de "la tarifa del peaje hacia el ensueño".

Un placer conocerte, gracias por haberme visitado.

Besos