Pienso.
Sí, a veces pienso (¡afortunada!) que, algún rayo de luz escapado ha equivocado
su camino, se me interna y, terco, quiere refulgirme. Pienso que hay cojos (de
la derecha o la izquierda), que hay jorobados y, sobre todo, hay muchos gusanos
de mente (¡demente!) y corazón.
Observemos
bien ese paisaje. Allá. Sí. No se asusten. Todo está adentro de nosotros, muy
adentro los vemos: hay cojos, jorobados y gusanos. Todos tienen el dedo índice
de sus manos, largo, largo... muy largo... Señalan y disparan siempre hacia el
lado contrario. Nunca han disparado hacia sí porque, el culto al ídolo (de sí
mismos y de sus verdugos), comienza allí, adentro de sí mismos.
Son
Cojo-landia, Jorobo-landia (tierra de arrodillados ante pontífices o verdugos,
como los llamemos, da lo mismo), y, Gusanolandia (ningún vermífugo ha logrado
sacarles a sus habitantes el sentimiento de rastreros y blandos consigo y con
los demás, de acuerdo a su conveniencia), verdaderas tierras de alta
demografía.
Somos
tan densos que, los haces de Luz, en sus intentos por penetrarnos, quedaron con
sus puntas romas y ya, cansados, no intentan más la iluminación de nuestras
vías arterias…
…
Creo,
desde que tenía unos once años, de forma intuitiva vengo insistiendo por la
necesidad de Equilibrio (con mayúscula, como debe ser mencionado un ente
de tal altura), esquiva balanza que, si se originara allá, en lo
más íntimo, el resultado sería de un mundo o vida construidos dentro de "márgenes infinitos" de libertad,
sin sesgos y tan “desapasionados” a causa del exceso de pasión por alcanzar
a Armonía (sin dudarlo la nombro también con mayúscula).
Equilibrio y Armonía tienen la piel muy lisa por eso se nos hace tan difícil agarrarlos y mantenerlos cerca de nuestro corazón.
Ana
Lucía Montoya Rendón
Junio
11, 2015
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