Mida en puño cerrado lo que tiene. En puño
cerrado caben sus haberes. En ese puño cabe lo profundo e íntimo de la Vida con
todos sus afines. Lo que NO quepa en ese puño no existe. No insista. Nada más
que lo que hay en ese puño existe. Cuando abra el puño y sacuda la mano, verá
que usted vuela. Una mano o las dos… así de livianas… son manos-alas,
manos-rutas, abarcando el Universo.
Una mano empuñada amarrando patrias,
líderes, banderas, himnos, escudos, sangre (dizque etnias, como si el vestido
importara), una mano empecinada apretando pasiones y sesgos, es pesada como
roca o como pies calzados con suelas de hierro; cuando esa mano suavemente
apriete nomás sueños… y mariposas… y colores y cantos… será sutil y ágil como incienso
que asciende hasta fundirse con el centro donde vive la Esencia de los seres. Parecido
será al agua que entre los dedos se desliza libre.
Estaremos seguros de que lo que apretamos,
al menos en una de nuestras manos, ¿es liviano como pluma?
Ana Lucía Montoya Rendón
Abril 12, 2015
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