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Dibujo de Camelia Davidescu http://www.dina4.org.es/artistas/fichas/artista_0070.html |
te cuento,
aun se
siente el olor de la candela,
vive en lo
que escribo,
me habita,
se desliza
con mis palabras sobre el papel,
se refunde
en mi lengua y en las frases que expreso,
las vuelve
vivas,
la siento en
tonos de piel y velas
¡cómo me
transporto a aquella época!
escucho un
campanario y veo...
veo unas
manos temblorosas y sus dedos repasando incansable las cuentas de un
rosario.
veo también
una cabeza tratando de vaciarse de contenidos y cuchillos
la pasión de
sus ideas me horada,
tiene visos
de sangre, sabor de fuego, olor de carne, temor de tiempo
Le duele el
alma tanto como la cerviz y las rodillas
¡oh, de
nuevo escucho el campanario...!
hay olor de
pisadas sobre sal y llanto
siento que
sabe que van por ella,
mas no
llora, solo crea y se
recrea
continúa
repasando esas cuentas
el sonido de
pasos pendulares le anuncian que el vuelo será desde sus plexos
¿quiénes
son?
¿quiénes
llegan?
dime, ¿por
qué callas?
¿acaso eras
uno entre los tantos del asalto?
¡rezanderos
mil veces malditos!
¡por los
dioses! ese vuelo está tan cerca y ese cuerpo aún sin besos!
ahora mismo
resuenan los goznes y caen la naves del portón;
carcajea en
su puesto aquella aldaba
¡ya vienen!
¡ya entran!
lo sé, eras
uno de los tantos de ese séquito medroso
temblabas
porque la muerte de una de ellas te dejaba conocer un rostro/espejo
en el que
peinarás deseos y ansias
donde
mirarás su rostro subrayado de olores de fuego y de canela
sí, el
futuro te mira arrodillado sobre la dicha y arropado con el aroma que por
siglos ha impregnado a esa hembra
¡llegaron y
arderán por siempre esos leños!
¡pobre
verdugo!
presintió el
ardor que produce ese canto
y la punzada
amarga que le ha llegado desde sus quejas
se arredró
con la premonitoria caricia de su mirada silente
¡ay, qué
alfil!
erecto mas
no viril es el verdugo
la dejó ir
al matadero
la entregó,
la vio irse en alas de pavesas
desde
entonces, ella va y viene desde el cielo hasta el infierno, al lomo de las lenguas
de la hoguera
desovando
poemas y tiritando triste
cantando en
los tejados y en los lechos de tantos,
diluída
hembra cuando la adoran esas dagas
hay noches
que entre maullidos de gatos y el susurro de las ceibas
se escucha
muy claro su quebranto
todos
recuerdan la maldad que la hizo eterna pira
alma del
fuego y de carne
la llamaron bruja.. a ella, la Eva primigenia
ana lucía
montoya rendón
agosto 2012
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