la
sangre ya no es
son
las venas
viaducto
de sal y ácido
espesa
mezcla
donde
el rey de los pantanos
chasquea
de placer
cada
mordida oscura
no
hay seducción
ni
luz
—ni
se las quiere—
un
día algunos dijeron en el templo
que
el texto debía tener miel y ritmo
y
tonos de jadeo
y
mil orgasmos
y
entrepiernas
y
lamidas de vientres
y
pezones que escriban
sobre
el canto de la sábana
y
manos que vuelen
mariposas
braille
hay
ojos que leen
mientras
la mente procesa
—loca
de la casa digiriendo todo—
otros
ojos leen en voz baja
y
su corazón escucha
ese
corazón colectivo
—propiedad
y espacio de muy pocos—
único
corazón mayúsculo y atento
¡oh!
mi
lira decrece de tanta noche
desaparecen
mis palabras y silencios
puntales
de mi voz
sin
esqueleto mis lamentos
no
sostienen mis mensajes
mi
idioma es afónico
éste
un
enredo
—conjunto
de pedazos de mis vidas/muertes—
diviso
allá lejos…
izando
su tristeza está el monstruo del pantano
morder
acritudes le ha mellado los dientes
ana
lucía montoya Rendón
septiembre
2014
.
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