8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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martes, 26 de noviembre de 2013

NATIVIDAD

Un verdadero nacimiento virginal ocurre a cada instante en cada uno de nosotros, ésa es la verdadera renovación. Es a partir de este nacimiento inmaculado, vía del surgimiento del Yo, desde donde todos debemos sentirnos libres de prejuicios, libres de todo tipo de ataduras, libres para hacer o no hacer, libres para decir o callar. "Nacer de una Virgen" es en realidad ser desde lo más profundo de nosotros, inofensivos como recién nacidos, puros e incapaces de maldad hacia todo tipo de vida, porque ella, la Vida, está presente en todos los reinos de la Naturaleza, y habita dentro de ellos con amor. Natura toda, palpita desde lo infinitamente pequeño hasta lo inimaginablemente grande. Todo proviene de una misma Matriz, y si de ese Vientre ha surgido todo, entonces la hermandad con las creaturas de todos los reinos es una realidad innegable. Sí, todos somos hermanos, como lo decía Francisco de Asís, cuando con tanta ternura hablaba del hermano Sol y de la hermanita Luna.

Ser sencillos, sentir ternura con solo mirar los ojos de un niño, fascinarse ante los brillos mágicos de un atardecer, arrobarse con el murmullo de agua y con el canto de los pájaros, sentir en simultáneo, paz, amor y fuego ante la ejecución magistral de una pieza musical o con la lectura de un texto. Ser dulces ante lo indefenso de los cachorros y dichosos ante el surgimiento de las plantas nacidas en el muro húmedo de las tapias del patio, arrobarnos ante la belleza de una noche bordada de estrellas. Cuando todos disfrutemos con el bullir de esas sensaciones diremos que estamos asistiendo al nacimiento de la inocencia en lo más profundo de nuestra habitación interior, entonces, allí, en el pesebre de nuestro corazón, habrá nacido el Niño. A partir de ese momento seremos incapaces de actos que atenten contra nosotros o contra nuestros hermanos. El sentimiento de hermandad nos dará un convencimiento de Unicidad. Entenderemos el cómo y el porqué de la Armonía-Amor. Por eso, cuando en nuestros corazones haya nacido el "Niño", sentiremos alegría de ser hermanos de los seres de todos los reinos, y querremos trocar en alegría la más mínima de sus penas. Ése nuevo Ser que somos a partir del nacimiento virginal, sabrá que, por toda la eternidad, contemplará cara a cara la Gracia de la Vida.

Que en cada uno de nosotros nazca por siempre Él, El Niño.

Mantengamos preparado el pesebre de nuestro corazón para recibirlo por la gracia de esa filiación virginal.

Por siempre haya Paz y Amor en el corazón de la Humanidad. Sea esta nuestra intención primordial.

Felicidades para todos desde mi-su corazón.

Ana Lucía Montoya Rendón
Noviembre 2013


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1 comentario:

Navegante dijo...

Y porque el verdadero nacimiento ocurre a cada instante, brindemos, como si cada día fuera el comienzo del año y el del festejo sagrado.
Mas besos.