8. Intimidad

El mejor de los hombres es semejante al agua,
La cual beneficia a todas las cosas, sin ser contenida por ninguna,
Fluye por lugares que otros desdeñan,
Donde se acerca más deprisa al Tao.

Así, el sabio:
Donde mora, se acerca más deprisa a la tierra,
En el gobierno, se acerca más deprisa al orden,
Hablando, se acerca más deprisa a la verdad,
Haciendo tratos, se acerca más deprisa a los hombres,
Actuando, se acerca más deprisa a la oportunidad,
En el trabajo, se acerca más deprisa a lo competente,
En sentimientos, se acerca más deprisa al corazón;
No lucha, y así permanece libre de culpa.

Lao Tse

Tao Te Ching

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martes, 25 de junio de 2013

AGALPONADOS



Aun no se enciende la chispa. La llama permanece en el Santuario. No ha sido tomada para ir por el mundo derramando “Esa Luz”. Persistimos en el sentimiento de manada. Es tan denso el velo que, se acepta la depredación sin chistar. Además, el hecho milenario de concentrar a los humanos de este Planeta en pueblos o ciudades, ha generado la necesidad de cría intensiva de animales en cautiverio (¡más almas inocentes y sufridas, caldo de cultivo para la proliferación de seres oscuros!), más la explotación descontrolada de la tierra, sin rotación, tomando cada vez, más terrenos vírgenes para la producción agrícola acelerada, llevando de esta manera a tantos territorios cultivables al punto crítico de agotamiento. Criando ganado en pastoreo sin rotación de potreros que, junto con la tala de bosques, son los causantes directos de la erosión, rapando de esta forma más terrenos  a la Naturaleza para ganadería y agricultura o para la producción no solo de productos alimenticios sino para la fabricación de papel y otros productos de usos suntuarios. Es decir, el sedentarismo, circunstancia necesaria para que los productores tengan a la manada cautiva, quieta, encerrada en jaulas llamadas casas, y esas casas dentro de los conglomerados llamados ciudades/pueblos (galpones), exigiendo toneladas de alimentos, producidos en las circunstancias antes mencionadas. Ha sido y es, ese el círculo cerrado que aun no rompemos. Debemos sembrar un naranjero, leguminosas y hortalizas en macetas, abonados con todo el material orgánico que sale a diario de nuestras propias cocinas. Así empezaremos a darle escofina a nuestras cadenas. 

Si ayer nos dejamos esclavizar, hoy somos nosotros los únicos que podemos deshacernos de esas cadenas.


 Ana Lucía Montoya Rendón
Junio 2013


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