Quieres
borrar surcos de agua salada,
disolver
mapas de sangre
y arrancar
mil veces los pétalos a la rosa de los vientos.
¡Ay
corazón ahorcado entre esas manos!
Quieres
estrangular vigilias recostadas en ecos y acantilados.
Quieres el
tajo del manto para amortajar la voz
y enterrar
el coraje desdeñoso del silencio.
¿Qué
cancerbero guarda la puerta de la fosa?
¿Qué
cadenas imposibilitan las noches?
¿Qué
cuchillas imparables cercenan
las manos
alfareras y los labios por el cuerpo, peregrinos?
Quieres
morir un lunes de paso lento,
te
acompañe un séquito de bostezo trasnochado
aunque
solo sea el de tu de perro
y leer
entre puntillas y maderos los nombres del ocaso.
Quieres
vaciar en tu vientre el contenido de su pecho
e
imparable llorar de impotencia como sauce sobre el agua.
¡Ay, qué
tiempo y qué vacío!
Quieres
escribir tinta indeleble sobre la piel del alma
quieres
quitarte el asco de las manos
y caer
como el frío cuando muy bien corras la soga.
Quieres
disolverte fantasma y no ser más corola,
estás tan
muerta siendo fondo,
que el
fondo ya te ignora.
Ana Lucía
Montoya Rendón
Febrero
2013
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