Amplio campo
alambrado,
florece de
púas.
Allí todos, de sal
y de agua,
entre
ensueños ahogados.
De broche
oscuro y de derrotas, la Luna está vestida.
La noche
huye
y ansioso de
piel y grito, está el día.
Corren desnudos, se marchitan.
Con una mano
se acarician
con la otra
agarran lo que les queda de dicha.
Fueron
palabras,
hoy son margaritas mustias,
voces
muertas... ¡malnacidas!
Calvas entre
"me quiere y no me quiere",
brincan
entre ganas,
desarmadas,
aferradas a
lo que les queda de coraje, danzan.
Hoy son
flores con apellidos de tristeza
porque los seres que ardían,
en la
alambrada, colgaron su sonrisa.
Ana Lucía
Montoya Rendón
Febrero 2013
.
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