La Noche sabe quién la ama o desprecia,
sabe contemplar las realidades,
ella hace nudos ciegos de verdades
sin temblar, eso lo sabes, no es necia.
Noche te llama, delirante arrecia
con esa voz que escuchan las edades,
mas es dulce y exenta de maldades,
seducido quien la escucha, la aprecia.
—La Noche tiembla— dices en mi puerta,
son espasmos de pena y de delirio,
reseca está la fuente de su aliento;
reseco está su aljibe, lo presiento
porque, vivir sin aire es un martirio
para la Noche, ella, antes tan despierta.
ana lucía montoya rendón
octubre 2012
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